El cerdo Ibérico
Hablar del cerdo ibérico supone centrarse en el porcino extensivo español, en sus Dehesas arboladas, y en una agrupación racial extraordinaria. Esta raza ha sido conservada hasta nuestros días gracias a la perseverancia y el esfuerzo de los entusiastas ganaderos y, como no, gracias a la industria transformadora.
Su historia y evolución está ligada a la bellota y a las dehesas del sudoeste español. Destaca por su capacidad para acumular grasa bajo su piel e infiltrarla en sus músculos, lo que convierte en exclusivos los productos que proceden de estos animales.
Hay que decir, que no todos los cerdos ibéricos tienen la pata negra, y no todos los cerdos de pata negra son ibéricos. Normalmente, en apariencia son cerdos de capa negra, aunque también hay variedades coloradas. Tienen escaso o nulo pelaje, un hocico largo y recto, orejas estrechas e inclinadas hacia adelante, y unas patas finas y altas.
El hábitat natural del cerdo es la Dehesa. Este es el ecosistema donde estos cerdos encuentran los frutos de las encinas, los alcornoques y los quejigos; las famosas bellotas. Durante su largo ciclo de vida, alrededor de 18 meses, estos cerdos se alimentan también de la hierva fresca de los pastizales, las rastrojeras y todo tipo de frutos silvestres.
La bellota es un fruto de temporada, y por tanto, no lo hay durante todo el año. La primera se cae del árbol a finales de septiembre y la última a finales de marzo, por lo que la temporada dura aproximadamente hasta abril. Durante este tiempo el cerdo ibérico solamente se alimenta de bellota.
Los animales van creciendo despacio durante todo un año, disfrutando de los placeres que le ofrece la plena libertad del campo. Llegan a la montanera con una edad y un peso ideal para que engorden exclusivamente con bellotas.
Esta es la única manera de obtener los productos totalmente naturales que ofrecen estos increíbles animales, y de esta forma, Miratonda puede ofrecer a sus clientes los mejores productos procedentes del cerdo ibérico.